viernes, 31 de diciembre de 2021

Dame un resumen y seré feliz

Esto se acaba. Otra vez ha llegado el último día del año y fiel a un estilo heterodoxo, he decidido que este era el momento oportuno para dejar constancia de mi estado de ánimo literario, pero siempre respetando unos límites que han hecho de esta publicación el faro que ilumina un hábitat que acapara más cadáveres con olor triunfo que éxitos con aromas nobles ¿o era al revés?

Por cierto, deseche cualquier intersección divina, no espere un rastro de piedad y ni siquiera crea que este texto será amable con sus gustos.

Tras un año pletórico de luz, color y respeto al disidente, la literatura patria que ha pasado por mis ojos ha dejado alguna que otra huella en estas neuronas que usted respeta, y como se trata de eso, de leer por el placer de disfrutar, de aprender, sorprenderse, -de respetarme-, horrorizarse y hasta de desear al autor una muerte lenta, llena de las peores torturas e insultos que espantarían al más rudo de los blanditos, un servidor no entiende cómo es posible aplaudir hasta necesitar ayuda médica tras leer un texto anodino pero de gran compromiso social, otro molón por lo guay del invento, e incluso tenemos uno rebosante de fisquitos. Debe ser algo relacionado con los arcanos.

   —Padres míos, quiero ser escritor.

Cuántas veces no habrá soñado usted con escuchar a su querido hijo decir estas cinco palabras ¿Verdad que sí?, pero luego se ha despertado y al volver la vista atrás ha suspirado al comprobar que existen los sueños que jamás mutan a pesadilla. En fin, que me pongo muy tierno y…

Decía o diré, que sólo los tristes de espíritu caen bajo el embrujo de las más abyectas formas de la mercadotecnia. Queda dicho.

Casi termino

Antes de lanzarme al ruedo del resumen anual consulté con nadie y de él obtuve uno de los mejores consejos que hayan podido darme en este largo proceso que llaman vivir. Fue una tarde lluviosa en las Medianías de Gran Canaria con el sonido del crepitar de una hoguera de fondo y los olores de un cerdo que minutos antes gritaba de pura desesperación, mas no olvidemos que no es un ser humano, que luego se lía la cosa. Bien, pues con tal ambiente en el que se colaron varios intentos de cantar villancicos, nadie fijó su mirada en mis pupilas algo dilatadas, se ajustó la chaqueta de pana, estiró el pie derecho, recogió el otro –pie– y dijo: «Como veo que no hay forma de quitarte de la cabeza tan absurda intención que a todos importa una mierda, creo que lo mejor que puedes hacer es cerrar los ojos y que Dios te pille con los pantalones subidos».

Ahora de verdad

Para el nuevo año recomiendo que sigan con interés la irrupción en el panorama del asunto a varios escritores que, seguro, harán las delicias de las cabecitas más exigentes. Nombres tales como Benito Pérez Galdós, Julio Cortázar, Francisco García Pavón y hasta ese chaval algo alocado que se llama Oscar Wilde. De otras figuras emergentes, recomiendo que consulten con la almohada.

Sean felices si saben cómo. No jodan, salvo que sea éticamente imposible evitarlo y sobre todo, lean cuando apetezca sin dejarse llevar por los míseros cantos de cigarras. Podría continuar pero cada uno es quien es y como dijera Bertrand Russell: «El ser capaz de llenar el ocio de una manera inteligente es el último resultado de la civilización».

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