domingo, 19 de diciembre de 2021

Barroquismo interplanetario

Y ahora ya no se trataba de guardarropía cosmogónica.




El tiempo apremia porque la batería ha entrado en un proceso de deterioro imposible de reparar. Ese tiempo –no sé si el de Lewis Carroll– con su inexorable adiós toma las riendas de la vida del protagonista en la Novela de Andrés Choz (1976) la ópera prima de José María Merino.

Andrés decide embarcar su existencia menguante en la escritura de aquel relato largo cuya existencia dormía el sueño de los olvidados, porque es posible que la justicia poco tenga que ver con los cajones; que de tanta gaveta guardando instantes se nos llena la vida de cajas sin enigmas resueltos. Pues de la brevísima narración con la que se reencuentra Choz «podría deducirse ese optimismo ingenuo de las sinopsis que todavía no han sido forzadas a los dolores del crecimiento».

Irse en busca de un refugio en el que intentar la conclusión de la historia recuperada y situada en el universo de la ficción científica mientras en los mundos humanos se escucha el rumor de otra agonía y las dudas sobre la sucesión del reino, son asuntos que a la pobre Benilde la tienen algo preocupada. Pero si hay un tema que destaca en la novela que me ocupa, este tiene que ver con el proceso de la creación literaria –ahí está el Gordo recibiendo la información– donde se encuentra con esa impresión de haber salido de los «escollos verbales para entrar de lleno en los rompeolas de nuestra tradición literaria», añadiendo su queja ante «esa obligación cuasi moral de hacerlo todo explícito».

Y como todo llega a su fin –veremos si también al final– es posible que el escritor de la ficción se tome un instante para recordar al poeta Lucrecio: 

«Ni por más que alarguemos nuestra vida, algún tiempo robamos a la muerte. Sus víctimas seremos sin remedio…»haya conformado una creación literaria sobre cuyos cimientos se fue levantado una existencia real –o algo parecido–, que analizadas –una y otra– desde la soledad septentrional, con esa lluvia fina que no moja pero… puedan terminar confluyendo superada la visión de la humedad «nocturna sobre las brasas del escaso entusiasmo amoroso…».


No hay comentarios:

Publicar un comentario