jueves, 21 de julio de 2022

Librerías, la nueva Numancia

 

Se han inaugurado dos librerías. Estamos de enhorabuena.

   En unos pocos meses, el distrito Puerto-Canteras en Las Palmas de Gran Canaria ha pasado de ser un páramo en cuanto a esta oferta cultural ha situarse a la vanguardia de la misma, más, teniendo en cuenta que hablamos de la novena ciudad española, que como otras, fue quedando huérfana de este tipo de establecimientos y sólo unas pocas librerías han resistido los múltiples embates que con diversos nombres emularon las hazañas de un Atila de saldo.

Debemos agradecer la valentía de unos empresarios que se han establecido a este lado del Atlántico para ofrecer más alternativas a todos aquellos que amamos la literatura y que además ejercemos el oficio de escritor. Tener al alcance de un paseo varios locales donde poder adquirir el texto buscado es una de esas experiencias tan gratas que no existe razón alguna para no aplaudir.

   Pero estando de enhorabuena, no es menos cierto que la importancia de estas infraestructuras se hace necesaria como el respirar, es más importante que en tiempos pasados, observando cómo intenta erigirse en faro de la verdad la ola de puritanismo y censura a cargo de una tropa de inquisidores que portan estandartes en los que exigen libertad y respeto siempre y cuando tal demanda concuerde con sus postulados. Y es que resulta la mar de sangriento asistir a esos aquelarres en cuya escenificación los pecadores son aquellos que no atienden los postulados de estos nuevos ‘libertadores’ y de los que se exige una adhesión inquebrantable o de lo contrario serán pasto de las llamas purificadoras que este antiguo régimen (siempre el mismo pero con aires ‘renovados’) proclama el advenimiento de una nueva era.

   No obstante, y a pesar de la tristeza que supone, la desolación es aún mayor cuando se conoce a los acólitos, muchos de ellos hasta ayer puntas de lanza del respeto por las ideas ajenas y hoy voceros de esta barbarie que bajo nombres tan sutiles como cultura de la cancelación, inclusividad, corrección política o memoria histórica, suben a púlpitos desde los que ensalzan esta nueva época de sombras. Eso sí, en algunos casos, he sido testigo de los esfuerzos que hacen porque no se les note que todo es puro teatro; he visto cómo sudan cada una de las palabras que lanzan al viento por miedo a que el subconsciente les juegue una mala pasada, he visto su cara mostrando un rictus incompatible con el mensaje, casi emulando al Winston Smith orwelliano, mas de ellos es la responsabilidad de sus actos. Que no mendiguen empatía tras la puerta o en el silencio de la noche.

   Efectivamente, ahora los palmenses, grancanarios y visitantes, podemos disfrutar de dos nuevas librerías en el Puerto que visto el panorama, se han convertido en una suerte de Numancia desde la que resistir el intento por borrar, anular, quemar... todo aquello que los nuevos oráculos entienden que no casa con sus postulados. Son esas librerías otros tantos océanos en los que poder navegar y nadar mientras la nueva fe opta por chapotear en infectos charcos.


martes, 5 de julio de 2022

Conífera trinidad

   A pesar de su empeño en demostrar que no es un detective y sí alguien que rebusca «en los papeles viejos», añadiendo, por si quedara alguna duda, que él no es más «que un lector atrapado en el tiempo...», lo cierto es que Teo Álvarez del Pino no tiene pinta de investigador privado. Dicho lo cual, surge una pregunta: ¿Cómo es un tipo de ese estilo en estos tiempos tan delicados, sutiles y rebosantes de doctores en burricie? Reconozco que tal verdad no me ha sido revelada.

Las joyas de Pino (Canopus Editores, 2022) Rubén Naranjo Rodríguez.

   Por esos caprichos del destino, esta novela cayó en mis manos tras finalizar la presentación en la Villa de Teror (Gran Canaria) de uno de mis últimos trabajos literarios, cuya trama principal tiene que ver con el asunto impreso en las páginas de la tercera novela del escritor grancanario. ¿Y qué trama es?, se preguntará usted, pues sepa que las páginas de este libro plantean una hipótesis en torno al robo de las joyas de la Virgen del Pino, acontecimiento acaecido el 17 de enero de 1975. Una conjetura expuesta desde la libertad y -amén de originalidad- que ofrece la ficción. 

   Con ese estilo narrativo que llamó mi atención, tal y como señalo en la reseña que titulé El ferroviario, Teo se ve envuelto en una trepidante investigación -entiéndase el contexto- que hará las delicias del lector más exigente. Y no digo más… ¡Es broma!

   Que por las páginas se paseen doña Pino, Pino, la Virgen del Pino y Teo Álvarez del Pino (junto con su Amor), debe alertar de que si algo está por saberse, tal acceso a los arcanos de cómo pudo gestarse el robo aquella noche huérfana en la Villa mariana de la extinta compañía de Unelco, dejará sin aliento al más intrépido de los leedores.

   Por cierto, en un determinado instante, en Las joyas… nos sumergimos en una novela dentro de otra, con una transición (olvide por un momento 1978) sin sobresaltos. Hay aquí como en Aromas de crimen, descripciones para el recuerdo de quienes peinamos canas, tomamos infusiones en determinadas cafeterías universitarias, cantamos ¿ay… qué Le pasa ar nota?, prometimos fidelidades a conceptos y hasta nos fuimos de romería sin hacer ascos ni a la iconografía, sus cantos, miradas y cantinas a medio cerrar. Lea.