miércoles, 10 de mayo de 2023

𝗣é𝗿𝗲𝘇 𝗚𝗮𝗹𝗱ó𝘀 𝗻𝗼 𝗻𝗲𝗰𝗲𝘀𝗶𝘁𝗮 𝗲𝘀𝗮 𝗮𝗴𝗲𝗻𝗱𝗮

 







Hoy se cumplen 180 años del nacimiento de Benito Pérez Galdós y me voy a permitir el lujo de reflexionar en torno a un proceso infeccioso que pudre todo lo que toca a pesar de que los promotores de tal ponzoña afirmen, sin rubor alguno, que su intención no es otra que abrir horizontes de igualdad, belleza y amor sin límites.

   

   Instalados en la soberbia de su verdad universal y convencidos de que ignorar sus postulados es signo de reacción, de ese fascismo que últimamente les impide conciliar el sueño húmedo de su hegemonía, no están dejando títere con cabeza. Andan enfrascados en una vorágine en la que incluyen a todo cristo, barnizando la estrategia con palabras tan tiernas como: integración, acogida, respeto, igualdad… Pero ¿Qué sentido tiene la Casa Museo Pérez Galdós?

   Una institución tan importante debe cuidar los fondos documentales, mimar el legado del escritor, difundir la obra y permitir el acceso de investigadores, escritores y de todas aquellas personas que muestren su interés en ahondar en la obra del insigne literato. La Casa está obligada a poner todos los medios para que los aspectos enunciados se lleven a cabo, siempre, dentro de sus posibilidades, pero lo que no puede ni debe hacer es proyectar en el universo galdosiano elementos ajenos al mismo so pretexto de una actualización de la visión del escritor universal. No puede ni debe encajar el discurso literario y vital en el interior de una caja ideológica porque los gestores se identifiquen con ella.

   Evidentemente, la literatura como el resto de expresiones artísticas, no habita en una campana de cristal, puesto que el creador respiraba y sangraba por sus particulares heridas en el periodo histórico que le tocó en suerte, pero eso es una realidad inmutable, anclada en la época por la que transitó y no una grieta en el espacio-tiempo por donde colar idearios extemporáneos.

   Decía, que la actividad literaria no dispone de antivirus que la proteja de supuestas impurezas porque es una obra humana. Ahora bien, mancillar el legado galdosiano, (me subo a un púlpito no sea que me acusen de padecer un déficit democrático) con una ‘agenda’ que nadie ha votado, es un burdo intento de manchar una institución que únicamente debe ser el faro de la obra de Benito Pérez Galdós. Así, y aunque resulte increíble, si quienes gestionan la Casa Museo comulgan con las ruedas de molino del archiconocido rosco de colores, pueden disfrutar de sus encantos en la intimidad de su hogar y no proyectar sus filias -y fobias, si las tuvieran- entre las paredes del caserón de la Calle Cano.

Hoy se cumplen 180 años del nacimiento de Don Benito Pérez Galdós. Celebremos el recuerdo de un escritor universal y de su obra literaria que goza de una salud envidiable, a pesar de los pesares.