miércoles, 6 de agosto de 2025

¿𝗣𝗼𝗿 𝗾𝘂é?

 











   Si fuera un tipo de lágrima fácil y cimientos de plastilina viviría feliz dando por cierto que el determinismo, el fatalismo o el capricho de los dioses, son las únicas herramientas válidas para entender por qué en España ha enraizado ese odio hacia la propia existencia nacional; por qué son legión aquellos que detestan hasta el paroxismo cualquier referencia histórica que no dudan en calificar como un engendro, invento o simple ensoñación fruto de mentes putrefactas. Tal es así, que creo que estamos ante un caso único en todo Occidente. Y a pesar de las dosis de optimismo que puedan insuflarse, la situación ¿fratricida? no hace más que empeorar (me permito un guiño unamuniano) «entre los hunos y los hotros». Por cierto, lo que viene a continuación no es algo que ocurriera hace ochenta y nueve años: De casta le viene al galgo.

FRANCO (La esfera de los libros, 2025) de Stanley G. Payne y Jesús Palacios.

   Efectivamente, esta biografía que vio la luz en 2014 (con cinco ediciones), aprovecha que se cumple el medio siglo de la muerte del dictador para ofrecer una reedición con nuevo prólogo, que en palabras de Jesús Palacios es un «ensayo histórico político sobre los cincuenta años sin Franco pero con más Franco que nunca», un trabajo excelente de dos historiadores que se adentran en las entretelas de una época sin ese apasionamiento woke (acomplejado e iletrado, valga la redundancia) que destruye todo lo que toca. A lo largo de sus más de seiscientas páginas del texto principal no se atisba mácula alguna de hagiografía, y sí un compromiso ético con los hechos históricos, con la figura del general ferrolano. Resulta inaudito que en el panorama literario español se dé tal circunstancia, y por eso es menester destacarla, porque quien tenga la costumbre de leer los comentarios que se publican en este espacio digital sabe que está en un ecosistema alejado del trampantojo. Y si, el adverbio que abre este párrafo corrobora las afirmaciones de la editorial y de otros expertos. Por último, me permito un aviso: en contra de la norma general, -destacar partes del texto- en esta ocasión he decidido hacer un cambio sustancial -algún entrecomillado aparecerá- apoyándome en la obra. Espero no haber errado el tiro.

Algunos antecedentes

   Durante la lectura emergió la desazón, el desánimo y hasta diría que una suerte de devastación anímica, porque no se puede calificar de otra forma estar asistiendo a la repetición de uno de los periodos históricos más terribles desarrollados en suelo español, porque si observamos los años treinta y los últimos cincuenta ¿No se notan elementos comunes, idénticos. Un calco trágico?

Una de las virtudes que atesora este libro, tal vez la clave de bóveda en forma de arcano, es que muestra un cuerpo -la Nación- abierto en canal mostrando en toda su crudeza un cáncer que se ha extendido cual metástasis; y es de general conocimiento que llegados a este diagnóstico sólo queda contar los días que restan hasta el óbito. ¿Exagero? Comprobemoss si tal debilidad ha hecho presa en quien esto escribe, y para ello nada mejor que retroceder en el tiempo: Veremos con qué impulso regresamos al presente.

   Cuando hace cinco siglos Guillermo de Orange y aquellos díscolos habitantes de la Península itálica, entre otros, pusieron en marcha la maquinaria propagandista que Julián Juderías, allá por 1914, dio en bautizar como leyenda negra, aunque se olvida con facilidad que fue Emilia Pardo Bazán en 1899 el primer intelectual español que empleó ese término, ni el mayor de los optimistas pudo imaginar que tal maquinaria de falsedades iba a gozar de tan buena salud, sobre todo si una parte de los adoradores de tal cantidad de patrañas resultan haber nacido en la tierra que tanto odio les despierta. Cabe la posibilidad, ante la ausencia de un psiquiatra de cabecera, que tales defensores sólo busquen redimir su inexistente porcentaje de responsabilidad histórica, mas si buscamos qué español puso de su parte para dar carnaza, no cabe duda que la presencia de fray Bartolomé de las Casas es de obligado cumplimiento,

Ahora, dando un salto temporal, nada mejor que poner la mirada en la España de principios del XIX por la que pululan unas élites que babean ante la luminosidad revolucionaria francesa de la que únicamente esperan la señal para saltar como infantes en busca de un sapo, hallándonos ante una singularidad histórica que no de otra manera se puede llamar (bueno, sí, pero contengo las ganas) el ansia porque su patria fuera invadida y pisoteada por la bota del genio corso. Entonces surge una pregunta ¿Existe otro ejemplo entre las naciones de nuestro entorno donde sus próceres desearan ser pasto de un ejército invasor? Busco y no encuentro.

   Regreso a FRANCO sin olvidar los motivos expuestos más arriba y que tanto pesimismo producen. En el transcurso de la Guerra Civil y ante las críticas de alemanes e italianos que consideraban que las operaciones militares eran muy lentas, el Caudillo explicó «las peculiaridades propias de la revolucionaria» contienda española, donde no sólo había un ejército en el frente de batalla, «sino también una considerable población enemiga». Y esa parte de españoles (creo que todos no) asumió la misión de exterminar al enemigo porque la República únicamente podía ser de izquierdas…

Tampoco puedo olvidar porque forma parte indisociable de esta reflexión, las corruptelas que se dan en el seno de la administración franquista, y aunque vender el alma por treinta monedas no es patrimonio de nadie, es cierto que dejarse alquilar por gobiernos extranjeros es de una gravedad indiscutible: Fuera en las años 50 o en 2025. ¿Cómo entender que Solís Ruiz, ministro del Movimiento, fuera quien «supervisaba las inversiones del rey marroquí [Hassan II] en España?». ¿Resulta familiar? ¿Cuántos políticos actuales con despacho oficial, trabajan para otros países. Son traidores?

¿De qué sirvió el sacrificio de una generación para convertir a España en una potencia industrial de primer orden si tras la aprobación de la Constitución faltó tiempo para iniciar el desmantelamiento de todo el tejido industrial siguiendo los dictados de la entonces Comunidad Económica Europea con Adolfo Suárez como alumno aplicado? Luego ocuparía el puesto de ‘administrador’ y liquidador esa organización que todos conocen.

¿Por qué tantos españoles odian a España. Por qué se odian?





miércoles, 9 de julio de 2025

𝗘𝗹 𝗾𝘂𝗲 𝘁𝗲𝗻𝗴𝗮 𝘃𝗮𝗹𝗼𝗿 𝗾𝘂𝗲 𝗺𝗲 𝘀𝗶𝗴𝗮

 










   No se puede olvidar aquello que se desconoce, y en el caso que nos ocupa -España-, existe una propensión a detestar el conocimiento sobre la propia historia, tanto, que quienes así se conducen no dudan en estigmatizar los intentos en sentido contrario. Y en ese marasmo de medias verdades cuando no de mentiras obscenas, una parte del universo literario también ha caído en semejante fosa, algo que no sucede en el caso que protagoniza estas líneas.

La conquista española olvidada (Crítica, 2025) de Manuel Trillo.

   Adentrarse en las entretelas de hechos históricos, y España va sobrada, es un placer para los sentidos, más aún, cuando quien escribe ha diseñado la narración de una forma tan amena que la lectura sustentada en una abundante recopilación de información, fruto de un arduo trabajo, ha hecho que la experiencia tenga semejanzas con una novela de aventuras, haciendo que recordara al niño que afortunadamente jamás ha rendido sus naves. En fin.

   Si hubiera que destacar un aspecto en torno a cómo se plantean los gobernantes españoles la gestión de la Luisiana durante cuatro décadas (con lo que el Imperio hispano sienta sus reales en Norteamérica) tras la cesión de ésta a Carlos III por parte de su primo Luis XV, sería que resulta un «caso excepcional» entre las posesiones en el continente americano hasta el punto que el único territorio donde la monarquía hispánica gobierna, «en lugar de a una población indígena, lo hace sobre otros europeos» asentados previamente y a quienes se les respeta sus normas y costumbres.

   En todo el recorrido histórico que efectúa Manuel Trillo, queda meridianamente claro que la irrupción hispana en esa zona tiene que hacer encajes de bolillos entre las peticiones de ayuda económica y militar del non nato Estados Unidos frente al enemigo británico y los temores a un contagio entre los territorios imperiales, un aspecto en el que Londres se había puesto manos a la obra, Tupac Amaru, entre otros. Así se debe entender las reticencias de Madrid a reconocer la independencia de las trece colonias. No obstante, el apoyo español a los revolucionarios de las barras y estrellas se materializa… con pies de plomo. En el transcurso de los años ocurrirán otros hechos que irán minando la fortaleza hispana, año 1800, y como si de una gota malaya se tratara, irá ocupando, muy a su pesar, el pupitre de la irrelevancia. Todavía habrán de pasar unas cuantas décadas.

Podría continuar pero...

   Soy de la opinión que la reseña literaria es hija de cada cual, podrá ser larga, corta o mediopensionista, si bien resulta una herramienta útil como aproximación a la obra de la que trata, aunque creo que está fuera de toda duda que no hay mejor análisis que el realizado por el lector.



miércoles, 7 de mayo de 2025

𝗡𝗼𝘃𝗲𝗹𝗮 𝗻𝗲𝗴𝗿𝗮 𝗲𝘀𝗽𝗮ñ𝗼𝗹𝗮: ¿𝗨𝗻 𝗲𝗰𝗼𝘀𝗶𝘀𝘁𝗲𝗺𝗮 𝗱𝗲 𝗶𝘇𝗾𝘂𝗶𝗲𝗿𝗱𝗮𝘀?


 







   Quien controla el relato domina -salvo que una suerte de espíritu crítico liberado de riendas habite inter nos-, y quien sofoca cualquier voz disidente porque él lo vale, ni por asomo se plantea renunciar al trono. Y cuando me refiero al relato hablo de literatura, y cuando de la creación literaria se trata no existe ficción o ensayo, o esa es la impresión, que pueda escapar al embrujo de los cantos de unas sirenas cuyas caricias se ejecutan a mano siniestra, y cualquier intento de abrir una brecha en el templo de la hegemonía se asemeja a una misión imposible. Pero si con esos bueyes tenemos que arar, así sea.

   Tras más de una década de andanzas por el entorno negrocriminal español, de charlas con escritores, de asistencia a encuentros literarios, y claro, de leer sus novelas, comencé a caer es una especie de melancolía de género... negro, que debe ser algo parecido al enfado que se apodera de un cinéfilo cuando detecta que el director tiene encañonado al responsable de la fotografía que es obligado a mantener sólo dos encuadres, impidiendo así que entren en plano asuntos que enriquecerían la película. ¿Se entiende? Posiblemente, no, así que será mejor que recuerde el título de este artículo y que de por concluido este párrafo y entre en materia.

Petros Márkaris

   Transcurría el año 2018, y el autor griego había acudido a un sarao 'novelero' donde iba a ser homenajeado, y tras recordar su trayectoria literaria, llegó el turno de preguntas. Para que se entienda el porqué de la cuestión que planteé el creador del comisario Kostas Jaritos, es necesario recordar que Grecia fue intervenida entre 2010 y 2018 por la Unión Europea, dejando el país hecho unos zorros. Pues bien, cuando me correspondió el turno hice mención a la estafa de unos habitantes de la isla de Zakynthos donde se descubrió la existencia de 700 'ciegos', entre ellos taxistas, empleados municipales y hasta un cazador de aves. La intención era hacer ver que no sólo el Estado roba, sino que ser trabajador no es una patente de honradez: La reflexión no le hizo puñetera gracia. Recordemos que Márkaris lo tiene claro: «Soy de izquierdas»

¿No resulta contradictorio incluir a un extranjero cuando un servidor ha dejado claro que tratará únicamente sobre sus (pido disculpas por si alguno se ofende) compatriotas. Es cierto, pero ¿Quién escribe?

Izquierda, derecha…

«Las opiniones son como los culos: Todo el mundo tiene uno».

No es una declaración ‘institucional’, pero esta frase lapidaria de Harry Callahan/Clint Eastwood tiende un puente para facilitar la conexión con la siempre denostada mosca cojonera.

A partir de ahora, sus ojos serán testigos de afirmaciones contundentes envueltas en un celofán de color alarmante. Leerá cosas que podrán alterar su espíritu, sea éste hijo del consenso o primo de lo contrario, incluso quien esto escribe se declara atónito ante tanto parecer dispar, pero ¿acaso eso es malo?

En primer lugar conozcamos la opinión en torno a eso que algunos dicen de que la novela histórica es territorio conservador y la negra goza de una envidiable salud ‘progresista’… ¿Cómo se le ha quedado el cuerpo literario tras leer el artículo?, porque lo que viene ahora tiene su miga ultraderechista aunque es justo reconocer, que este autor como el anterior matizan, y eso es de agradecer. No obstante, entre ambos se detecta una cierta contención o algo parecido al tan anhelado equilibrio de la fuerza galáctica y no hallo rastro de advertencia en torno a los peligros de tanto mensaje de juntaletras zurdos.

   Hemos llegado al turno de algunos autores españoles a quienes pregunté en 2021 (este dato refleja que llevo años con la matraquilla) cómo veían el asunto y las respuestas fueron:

«Son de izquierdas»

«Viendo el circo mediático en el que se ha convertido nuestra nación, imagino que mayoritariamente de izquierdas».

«Históricamente, en la novela negra hay una visión escorada de la izquierda, según la cual el verdadero novelista negro es aquel que se inscribe en esa corriente».

«Hay una constante hacia la denuncia social. Es una lucha persistente entre el que tiene el poder y los que lo sufren. Ideología que este género arrastra desde los primeros relatos de Poe o Raymond Chandler».

...Derecha, izquierda, un, dos, tres.

   Corresponde el turno a unos escritores patrios que han marcado estilo, arrejuntado a cientos de lectores y todas esas cosas que ocurren en la literatura, pero antes de lo que toca, toca esto: ¿Hace falta alguna justificación?

«Imagen de la vida es la Novela, y el arte de componerla estriba en reproducir los caracteres humanos, las pasiones, las debilidades, lo grande y lo pequeño, las almas y las fisonomías, todo lo espiritual y lo físico que nos constituye y nos rodea; y el lenguaje, que es la marca de raza; y las viviendas, que son el signo de familia; y la vestidura, que diseña los últimos trazos externos de la personalidad: todo esto sin olvidar que debe existir perfecto fiel de balanza entre la exactitud y la belleza de la reproducción». (Pérez Galdós)

   Quizá nada sea absolutamente negro y hasta es posible que las evidencias incontestables no sean más que apariencias. También es probable que una ideología haya construido un discurso desde el que esparce la verdad y sólo la verdad, impidiendo que cualquier voz disonante sea escuchada con el debido respeto porque esos que pasean el estandarte de la hegemonía gritan hasta la afonía: ¡Soy la voz del pueblo, su fiel portavoz y único intérprete de todos sus males y hacedor de las bondades que lo conducirán al paraíso!

   Este apartado lo abre Rafael Chirbes (1949-2015). El autor de, entre otras, Crematorio y En la orilla, tenía claras sus prioridades ideológicas «No hay que olvidar que la lucha de clases es eterna» Tampoco se nos debe pasar por alto una especie de subgénero al que tan bien se ha acostumbrado el propio género, el ejemplo nos lleva al totalitarismo noir de Guillermo Galván.

Tras estas pinceladas, detengo el tecleo y leo al Don Benito de hace tres párrafos…

   El siguiente es Mariano Sánchez Soler, quien no esconde su preocupación por las diferentes formas de la ultraderecha española. Qué bien estaría que esa inquietud abarcara a otros ultras.

Mientras tanto, hay un tema íntimamente ligado a todo lo que se ha expuesto aquí que requiere un breve apunte, sin maldad, todo sea dicho. Resulta que un escritor a la par que profesor, decidió usar esa suerte de neolengua (un engendro) que tiene que ver con el género. Así, y como la mayoría de sus alumnos son mujeres, un día comunicó a los chicos que desde ese instante pasarían a ser ¡Alumnas!, aunque la sorpresa no termina, dado que al ser preguntado si en su próxima novela pondría en práctica el desdoblamiento de géneros, respondió algo cariacontecido, que tal posibilidad haría que la lectura fuera engorrosa y densa. Creo que en aquel instante alguien en algún lejano lugar encendió dos velas…

   Continúo con Alexis Ravelo (1971-2023), uno de los grandes escritores españoles del género a quien la ideología marcó su producción. Ravelo no sólo dedicó su creatividad a la literatura negra, también tocó otros palos: Literatura infantil, juvenil y obras de teatro, pero aunque reconozco su valía y su estilo narrativo, considero que la carga ideológica tenía un gran peso en su creación ¿Es bueno, malo o mediopensionista?

   Podría seguir con, desde mi punto de vista, uno de los autores españoles negros que merecen una mayor atención: Francisco García Pavón -el creador de Plinio-, e incluso añadir a la lista a más autores, pero hasta aquí he llegado con estos apuntes en torno al género negro español. Mas si el texto suscita algún interés, dependerá de usted seguir indagando.


sábado, 12 de abril de 2025

¡𝗘𝘀 𝗻𝘂𝗲𝘀𝘁𝗿𝗮 𝗛𝗶𝘀𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮!











 

   Quienes se adentran en algún periodo histórico acuden a diversas fuentes con el fin de contrastar datos -comprobar tal hazaña se ha convertido en una sorpresa de proporciones bíblicas (enciclopédicas, si el juntaletras huye de la fe)-, pero, y ahí está emboscada esa conjunción adversativa, podemos hallarnos ante la trampa en el solitario. Así, de esos caños brota una suerte de agua desmineralizada que confirma la cosa apriorística; y luego están esos otros tubos de los que emanan informaciones que enriquecen. Dependerá de cuál sea el origen de la sed, se beberá de uno hasta el ahogamiento o se mojarán los labios para así apreciar los matices, porque el agua no es sólo para los floreros.

Reflexionar sobre qué significó Francisco Franco para la historia reciente de España sin que en el intento el autor sea arrastrado por un tsunami de índices acusadores es una tarea que, medio siglo después del hecho biológico, aún provoca serios trastornos cognitivos a muchos seres (humanos).

Eternamente Franco (Homo Legens, 2025) de Pedro Fernández Barbadillo.

   Entre la exaltación de líder hasta límites incontrolables para un medidor de glucosa o el sesudo estudio plagado de minas donde el protagonista pierde los brazos en el primer párrafo, aún cabe la esperanza de encontrar un texto templado sin una equidistancia impostada ni fuegos de artificio con la mecha húmeda. En esta última superficie es por donde se desplaza la pluma del escritor bilbaíno cuando en las primeras páginas da un toque al referirse a la «clarividencia» temprana que los acólitos del general ferrolano se empeñaron en elevar al estrellato, presentándolo «unas veces en las elecciones del 36, otras en la revolución de octubre y hasta con la caída de la monarquía», con la capacidad de olerse la tostada que se iba a quemar en los hornos de España. Pero este apunte no estaría completo si después hubiese olvidado mostrar al lector la paradoja que cabalgan «los mayores enemigos de un Franco desaparecido» que replican en sus libros progresistas, a modo de denuncia urbi et orbi, «las invenciones y las imágenes de la propaganda» franquista. Y son este tipo de detalles presentes los que confieren al trabajo ese marchamo de calidad tan escaso cuando de Franco se trata, cuando se habla del periodo 1939-1975. Cuando lo que se presenta es un texto de investigación y no el argumentario para consumo de los míos y subvenciones para el ‘negro’.

   Con una primera edición que vio la luz en 2018, el empeño de nuestra admirada socialdemocracia por el ‘Francomodín’ cuando se cumple el medio siglo desde su muerte, ha sido aprovechado para lanzar la décima edición de Eternamente Franco y dar la posibilidad a quien así lo desee, de acceder al conocimiento de una etapa crucial en la historia de España, que quinientas páginas no pueden resumir, pero ayudan.

Por ejemplo, el también autor de Historia desconocida del Imperio español hace referencia al puñetero cambio horario que la progresía adjudica a Franco por su querencia hacia la cosa teutona, aunque si pusieran algo de empeño descubrirían que «por primera vez en 1918» se pasó al GMT+1 por la escasez de carbón «y para armonizar el horario con el de los países vecinos». ¿Y el asunto de Berlín? Habrá que esperar hasta el 28 de abril de 1938, conseguir un ejemplar de la Gaceta de la República y localizar un decreto firmado por… ¡Juan Negrín! a quien se debe agradecer que con otro adelanto de sesenta minutos GMT+2, España pudo disfrutar de la hora berlinesa.

   Recuerda el autor el expolio de obras de arte durante la invasión napoleónica y que el Gobierno franquista recupera; también se refiere al discurso oficial que se vanagloriaba de la tradicional amistad con los árabes, e incluso el lector puede descubrir que defender (y administrar) los intereses del sultán marroquí de turno por parte de las élites españolas viene de lejos.

Se cuentan más cosas con un tono no exento del sentido del humor que caracteriza a Pedro Fernández Barbadillo, y eso es de agradecer, pero claro, esta es mi opinión… todo lo demás es nuestra historia.

jueves, 20 de marzo de 2025

𝐅𝐞 𝐲 𝐫𝐚𝐳ó𝐧 𝐝𝐞 𝐄𝐬𝐭𝐚𝐝𝐨

 











La leyenda negra es un lodazal de proporciones oceánicas al que se debe entrar con manguera de agua a presión y rasquetas. En el primer caso, el líquido servirá para enviar al sumidero el goteo constante, mientras que la herramienta es imprescindible para hacer desaparecer las capas que se han ido solidificando con el paso de las centurias. Es un trabajo imprescindible y hercúleo, pero gratificante salvo que se opte por sobrevivir con el agua al cuello y así no molestar a las élites propias y ajenas.


La Inquisición desconocida. El Imperio español y el Santo Oficio (Arzalia, 2024). Mercedes Temboury Redondo.

«Dicen que los españoles son crueles: ¡Son el pueblo de la Inquisición!».

Estas doce palabras no las encontré en ningún texto decimonónico amarillento, las mismas brotan de la boca de un actor durante una escena de cierta película canadiense, sección francófona, fechada en 2023. Sí, los prejuicios con respecto a España son como un herpes, tanto en el mundo del cine como en el de la televisión, y como botón de muestra, nada mejor que leer Hollywood contra España de Esteban Vicente Boisseau. Dicho esto, entro en el objeto de esta pieza no sin que antes haga un breve recordatorio histórico cuyo protagonista es Julián Juderías, que en 1914 publica La leyenda negra y la verdad histórica, armazón intelectual en el que se despliega un discurso para combatir las majaderías (contengo los exabruptos) propagadas a lo largo de los siglos. Una denuncia a la que se adelanta Emilia Pardo Bazán en 1899 en el transcurso de una conferencia en París donde se refiere a la famosa leyenda. Luego habría que esperar hasta 2017, año de publicación de Imperofobia, de María Elvira Roca Barea, un ensayo esencial que ha roto los anclajes de las mentiras negrolegendarias. Y es que las referencias literarias apuntadas hasta ahora, como el libro protagonista, desbrozan un mismo ecosistema que permiten ver el bosque.

El trabajo de Mercedes Temboury abarca el periodo comprendido entre 1540 y 1700, año éste que coincide con el desembarco coronado de los Borbones en España y no se deduzca algún tipo de fobia... Fruto de una importante tarea investigadora, la Doctora en Historia pone negro sobre blanco, tanto al lector como al especialista, en torno a lo qué fue el diseño de la Inquisición, que más allá de ser una organización que perseguía los delitos religiosos, también se conformó como la punta de lanza, una suerte de clave de bóveda necesaria para el sostenimiento del edificio imperial de la monarquía hispánica y por eso titulo que además de la fe, las estrategias desplegadas por las autoridades españolas en defensa propia resultan razones de Estado, eliminando de esa ecuación cualquier anclaje con las actuaciones de, por ejemplo, el cardenal Richelieu o el planteamiento de John Locke cuando habla de la facultad del Estado para actuar «sin contar con la prescripción de la ley, y a veces, incluso contra ella, aunque siempre con vistas al bien público». Cierto es que cualquier obra humana no está exenta de sufrir los avatares del abuso y la corrupción, pero observando el conjunto anclado en su periodo histórico y no haciendo trampas al solitario como ocurre cuando se analiza desde un siglo XXI infectado de wokismo y una ignorancia calculada, es como se entiende la complejidad de lo que fue la monarquía española. Del imperio inabarcable.

Porque si algo queda claro tras cada página, y destaco este aspecto, no es otra cosa que el descubrimiento de la importancia capital de que los procesos de investigación y la actuación de la Inquisición contaran con todas las garantías legales. ¡Si!, por más que resulte increíble, nuestra vieja nación se adelantó en la tarea de conocer la verdad, de separar el polvo de la paja; en no dar ocasión a las envidias disfrazadas de denuncia por herejías o cualquier otro asunto, en definitiva no hallamos ante una justicia que garantizaba los derechos del acusado (antes que tal cosa ocurriera en los territorios de los afamados publicistas anglosajones) y en muchos casos fue menos implacable en sus castigos que lo que se viene narrando desde la noche de los tiempos.

Evidentemente, La Inquisición… aborda la cuestión (religiosa) judía y musulmana con todo lujo de detalles, sin olvidar el ‘brillo’ luterano-calvinista, y dedica un capítulo a Canarias -que destaco por razones obvias- en el que Temboury señala la existencia de las cabalgadas y rescates de los isleños en territorios africanos, un aspecto que he descubierto con esta lectura a través de la cual he recordado mis incursiones en El Museo Canario repasando algún que otro tomo de las actas del Tribunal de la Inquisición cuya antigua sede puede observarse desde las ventanas de la vetusta institución investigadora grancanaria. También se refiere a las acciones para defender la economía, aplicando aranceles cuando era necesario para la protección del mercado interno o sometiendo a embargos a los enemigos, un mecanismo de diplomacia exterior que la monarquía hispánica «fue la primera en emplear de un modo sistemático durante su enfrentamiento con las recién nacidas Provincias Unidas». Incluso se muestra un dato que me ha provocado una ligera sonrisa y que tiene que ver con los ingleses y su obsesión con España y consecuentemente con Europa, y aquí hago otro inciso que enlaza con las líneas anteriores en cuanto a la mala fe de nuestras élites: No se puede entender la historia del Continente europeo sin España.

Regreso a la fobia inglesa. Así, los hijos de la pérfida Albión diseñaron acciones de «espionaje e infiltración» llevadas a cabo por Diego Orey, quien confesó que tras la firma de la paz tras la guerra anglo-española (1585-1604), el arzobispo de Canterbury y el Parlamento inglés «habían enviado a tres letrados ingleses protestantes eminentes a Europa» a espiar, vigilar y sembrar dudas como si de una mosca cojonera se tratase. Una táctica que transcurridos los siglos mantiene su predicamento (debe estar cincelado en alguna dependencia del Foreign Office), entre las altas esferas británicas: Perro viejo no aprende truco.

En definitiva, además de los breves apuntes que hago, el trabajo de investigación del que se nutre el libro abre las puertas a una serie de hechos que esperaban la ganas y el buen hacer de quien firma las cuatrocientas páginas. De usted depende.



miércoles, 22 de enero de 2025

𝗚𝗮𝗯𝗶𝗿𝗿𝗼

 










Una parte de los humanos actuales vivíamos convencidos de que tras superar aquel estadio de incertidumbres y miedos en el que nuestros antepasados se veían atrapados cuando los cielos tronaban y las lluvias torrenciales eran implacables, creyendo que tales acontecimientos no eran otra cosa que la manifestación del estado de ánimo de unas fuerzas sobrehumanas cabreadas porque no daban una a derechas (ejem), surgen nuevos terrores patrocinados por aprendices de brujos climáticos, por apologetas del fin de los tiempos, que en nombre de un trampantojo de vivos colores han desplegado todo un arsenal de mentiras. O levantamos la mirada y plantamos cara a esta barbarie o nuestra será la responsabilidad del propio exterminio.

Lupus Deus, El dios lobo. (Almuzara, 2024) de Fernando López-Mirones.

El autor es un buen pedagogo y eso se nota desde las primeras líneas, pero también es un científico (lo recuerdo por si acaso), aspecto éste más que patente a lo largo de un texto bien estructurado, de un ensayo que no abusa del dato porque sí; pero el pontevedrés, además de lo dicho, reflexiona con el conocimiento que atesora y la intensidad adecuada en estos tiempos rebosantes de ‘expertos’ melifluos que se hunden en una ‘siensia’ que ha sacrificado en su altar particular cualquier atisbo de ciencia y de su indisociable conexión con Dios. Aquí hay alguna explicación Brillo medieval

A lo largo de las páginas, López-Mirones va separando la paja (la farsa climática, animalista y covidiana) que ha diseñado una suerte de «coartada moral» donde el hombre es prescindible y los animales resultan las nuevas deidades, del grano que proviene de nuestras leyendas y nuestra creencia en Dios frente a esos malabaristas cuyo objetivo es la «alienación de la necesidad humana de trascendencia religiosa».

Y creo que no hay mejor momento para recordar a Pío Baroja durante una tertulia celebrada en el Nuevo Café de Levante, allá por el año de Nuestro Señor de 1904, cuando hace referencia a lo que él entiende como las siete clases de españoles que existen.

«Los que no saben; los que no quieren saber; los que odian el saber; los que sufren por no saber; los que aparentan que saben; los que triunfan sin saber, y los que viven gracias a que los demás no saben». Incluya usted al resto del Occidente idiotizado, sobre todo aquel que habita el ecosistema anglosajón con un recuerdo especial para los escandinavos, si es que las solajeras que se pillan en España les permite discernir en torno a la gravedad de algo que no sean sus lamentables quemaduras. En fin.

Este tiempo que nos ha tocado en suerte, donde el amor fuera de control hacia los animales está alcanzando situaciones patéticas hasta el punto de que asistimos a la irrupción de lo que López-Mirones llama «mascotismo ilustrado», se hace imperativo indagar en «la profundidad del pensamiento de nuestros ancestros como origen del nuestro», de tal manera que habrá que «estudiar los mitos con el respeto que merecen», siendo esta afirmación uno de los puntales sobre los que el autor edifica todo su discurso, porque sin el conocimiento que nos ofrece el estudio del pasado somos presa fácil para los pastores de la «nueva religión» del no tendrás nada y serás feliz. Porque empeñarse, como así están los iluminados, en convertir al lobo en un dios, esconde la «idea de humanizar a los animales» mientras se pierde la atención sobre el objetivo último: «Animalizar a los humanos».

Pensar se ha convertido en un ejercicio de riesgo cuando, además, se tiene la ‘insolencia’ de compartir las opiniones, pero si lo que se pretende es vivir y no arrastrar una existencia bochornosa, será mejor desbrozar el bosque woke.


domingo, 19 de enero de 2025

𝗔𝗹𝗺𝗮 𝗼𝘀𝗰𝘂𝗿𝗮 𝗰𝗼𝗻 𝗼𝗹𝗼𝗿 𝗮 𝗰𝗮𝗺𝗲𝗹𝗶𝗮𝘀

 











Los hombres, no soy amigo de desdoblar el sustantivo, somos los únicos seres vivos capaces de torturar por placer, de diseñar horrendas experiencias físicas y psicológicas con el único fin de doblar la voluntad del sujeto. De hundirlo en una suerte de fosa abisal de la que jamás, y ahí se encuentra el éxito, podrá hallar el camino de vuelta. Y como una obra humana que es, existe una gradación, que como un tobogán, aplicará supuestos respiros que la víctima entienda como un puerta para su salvación. Craso error.

Mas en todo la relacionado con la maldad conviene recordar que la misma habita en un ecosistema plagado de un sinfín de variantes.

La casa de las bellas durmientes (1961) de Yasunari Kabawata.

La relación que los japoneses mantienen con el sexo es cuando menos singular vista desde una perspectiva occidental, pero si hubiera que acudir a un periodo histórico en el que hallar explicaciones, parece que aquél no sería otro que la época Edo, datada entre el 1603 y 1868, donde se ubica la querencia por la pornografía, desde ahí saltamos hasta la segunda mitad del siglo XX, concretamente en 1956 donde todavía la prostitución era legal, si bien, con la ocupación estadounidense, los yanquis deciden aplicar su visión de la moral para atraer a los hijos del sol naciente al redil de las buenas costumbres articulando la ley Baishun Bóshi Hō, que pone fin a tal ‘desenfreno’, pero una cosa es el espíritu del legislador y otra bien distinta la aplicación de la misma: Bueno, eso sería otra historia. O tal vez, no.

El relato que ocupa a Kabawata, Premio Nobel de Literatura en 1968 y amigo y mentor del escritor Yukio Mishima, habla de la soledad de Iguchi, un sesentón que acude a sus recuerdos, entre ellos aquellos que tenían que ver con todas esas noches ingratas que había pasado con mujeres. Y es su relación con las féminas y sobre todo, el universo que describe el también autor de La bailarina de Izu, el que despeña al lector hacia un inframundo, que a pesar de estar envuelto entre los aromas de camelias no puede tapar un insoportable hedor.

Cuando el narrador se pregunta si puede haber algo más desagradable que un viejo acostado durante toda la noche junto a una muchacha narcotizada, inconsciente; cuando el protagonista yace junto a esa joven y con el paso del tiempo su cerebro es pasto de unos impulsos que generan en Iguchi las ganas de hacerlos realidad, viene a la memoria lo que apuntaba al comienzo de esta reflexión e incluso hace revivir, aunque sea por aproximación un hecho que ha conmocionado a Francia.

Es un tipo de provecta edad, lo sabe y vive atormentado, aunque «para que no se avergonzara de un viejo que ya no era hombre, [la joven] había sido convertida en juguete viviente». Qué decir de Kiga, un ser que había dicho a Eguchi que «sólo podía sentirse vivo cuando se hallaba junto a una muchacha narcotizada».

Aunque la ficción jamás podrá superar la realidad, no es menos cierto que aquella nutre el arsenal de las almas podridas.





jueves, 28 de noviembre de 2024

𝗣𝘂𝘁𝗿𝗲𝗳𝗮𝗰𝗰𝗶ó𝗻

 










Guerra Civil, Franco, cultura milenaria. Nosotros somos diferentes, Fascismo, Guerra Civil, Franco, pero… pero… no sé… cómo se dice en ‘castellano’. Estado represor. El contexto, idioma milenario, Guerra Civil, Franco…

El párrafo de apertura podría competir en un concurso de textos para representar cualquier bufonada patrocinada por individuos con una tara, cuya escora ideológica sobra explicitar y que muchos aún soportamos con impuestos, porque, al menos, nuestra dignidad está a salvo.

Lo que sigue es una breve reflexión tras ver, leer -y aguantar el vómito-.

Bajo el silencio. La sociedad vasca, espejismo de paz (Espasa, 2024) de Iñaki Arteta.

A pesar de la propaganda oficial, de la estrategia de chapa y pintura, entre nosotros conviven seres que pasean, beben, sonríen y reciben homenajes tras haber asesinado a personas cuyo único pecado fue el de no seguir al abanderado de las esencias raciales, el idioma milenario y una singularidad tal, que Roma tambalea mientras la historia española no les llega a la altura de cualquiera de los incontables zulos, donde además de armas y explosivos, enterraron vidas.

Que Iñaki Arteta ha hecho un trabajo impagable, tanto con el libro como en el documental del mismo título, para mostrarnos el rostro de los bárbaros, es un hecho que está fuera de toda duda. Pero si los testimonios etarras que se leen sobrecogen hasta la nausea, el documental pone las caras de seres absolutamente carentes de alma y rebosantes de odio, sí, odio, a pesar de que varios pretendan endulzar con sus respuestas, y otros, simplemente se muestren tal cual. Por cierto, me ha parecido un gran acierto que en la transcripción de las entrevistas se hayan respetados los balbuceos y los intentos por ‘arreglar’ lo imposible: La maldad.

Y concluyo con una mención especial para Felipe Larach, el periodista encargado de realizar las entrevistas, cuya profesionalidad fue puesta a prueba en un imprescindible trabajo, éste sí, de memoria histórica. En su caso, imagino que no hubo protector gástrico que evitara las arcadas.

Leer y ver o la absoluta putrefacción.