jueves, 23 de marzo de 2023

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   Cada a帽o se celebra un n煤mero indeterminado de reuniones en las que, seg煤n afirman sus organizadores con rictus alegre y carteler铆a de vivos colores, discutir sobre la vitalidad de la literatura es el fin 煤ltimo que hace de esos concili谩bulos el epicentro del todo libresco.

Afirman sin miedo esc茅nico conocido, que el evento cuyo respaldo oficial -dinero del contribuyente como sempiterna columna vertebral-, supone una bocanada de aire fresco en el panorama cultural de la urbe agraciada y por tanto, gracias a ello el colectivo y por extensi贸n toda, pero toda la sociedad civil (los estamentos eclesi谩sticos y militar van a su aire), se beneficia de lo que durante las ‘intensas’ jornadas de charlas, debates, presentaciones y encuentros a la sombra de un abeto, se hable (discutir, cuestionar o poner en duda el statu quo, est谩 mal visto) de lo guapo que somos porque s铆. Puede deducirse sin temor alguno que el hedonismo, (tal vez hasta un remedo de onanismo), conforma una suerte de clave de b贸veda de esta ruina de edificios ‘culturales’.

Tiempos horrendos

Llega el momento de la temida conjugaci贸n...

   Pero como lo dicho hasta ahora resulta una exposici贸n 谩rida y corro el peligro de que alg煤n lector pueda sentirse ofendidito, tanto, que se ver铆a en la necesidad de justificar la censura -cancelaci贸n seg煤n la moda-, paso a describir el significado del t铆tulo cuyo protagonismo comparten los escritores y organizadores.

En primer lugar me referir茅 al sufrido creador, que tras finalizar su obra y que la misma haya encontrado el reconocimiento editorial, se ve inmerso en la ardua tarea de promocionar su criatura. En este caso se comprende que el susodicho se extienda hasta la extenuaci贸n alabando el texto propio, exaltando los ajenos (sembrar empat铆a entre el gremio) rece y gui帽e ambos ojos ante los expertos de reconocido escepticismo. ¿Y c贸mo logra el autor que los organizadores se fijen en 茅l? Pues es muy sencillo. Los festivales literarios cuentan con un nutrido grupo de sabuesos cuya 煤nica misi贸n consiste en no dejar un lomo sin mirar, una librer铆a sin asediar y editoriales sin visitar, y si tal estrategia no funciona porque el tiempo pasa y no recibe una llamada de tel茅fono ni para ofrecerle la 煤ltima cosecha de Ribera de Duero, no queda m谩s remedio que activar la fase de ruegos, s煤plicas y el archiconocido: ¡Por favor, por favor!, que he publicado un novel贸n… ¡Inv铆tame a tu festival! Y en esa fren茅tica estrategia va dejando el trasero expuesto a las inclemencias habituales, casi siempre con la sospecha que el compadreo es el rey. Teniendo en cuenta que los eventos (no importa el presupuesto) disponen de una nutrida n贸mina de escritores, 茅stos -tras asegurar que lo suyo no pase desapercibido- dedican horas, d铆as, semanas, meses y a帽os bisiestos, leyendo todo lo que cae en sus manos. Y claro, como todo resulta demasiado, comienzan a cribar muy a su pesar: «Esta s铆, esta tal vez; de esta mejor ni hablar. ¡Anda!, pero qu茅 maravilla de texto, contexto y…». Y la lista de invitados va tomando forma.

Ahora corresponde el turno a las cabezas pensantes.

En cuanto al dise帽o ‘arquitect贸nico’, el mismo se apuntala mientras saborean las mieles de la edici贸n precedente, aumenta la intensidad a unos meses vista del siguiente y alcanza la velocidad de crucero antes de que pudiera suceder un evento adverso, generando estados de ansiedad poco recomendables para esp铆ritus mansos. En definitiva, hecho realidad el repaso de ‘chapa y pintura’, lanzan al orbe que el engranaje del que tan orgullosos se sienten tiene como misi贸n postrarse al servicio de un 煤nico objetivo: La literatura. Eso s铆, sus nalgas sufren unas tensiones que 煤nicamente alivia la confirmaci贸n de que los cuartos del contribuyente (v铆a impuestos) llegan a tiempo, porque jam谩s se debe olvidar el tortuoso camino que recorre el dinero hasta que desembarca donde debe. Oiga, ¿La empresa privada suelta euros aunque sea en especie?, se pregunta alguien. En algunas ocasiones, s铆, en otras, no tanto, luego est谩 el no y finalmente un crudo ¡Ni loco! Claro, dir谩 otro alguien, poco se puede esperar de los representantes del Capitalismo (qu茅 tiempos tan horrendos vivimos) cuyo 煤nico inter茅s es obtener beneficios (y creo que tambi茅n crean empleo y nutren con sus impuestos al sector p煤blico, a帽ado temerariamente) y entienden que la cultura s贸lo es el f煤tbol y lo que sea. Como puede ver, doy cabida a todas las sensibilidades o como antiguamente era conocido: Promuevo la libertad de expresi贸n.

La eclosi贸n

   Me tomo un instante para recapitular y conjurar el riesgo de asumir postulados que, l铆breme Dios, nunca han sido plato de gusto para un servidor que, siendo tambi茅n un escritor de reconocido prestigio am茅n de ser aplaudido por mi labor como humilde cr铆tico literario, sustenta su pasi贸n literaria sobre el respeto al otro a pesar de que 茅l -el otro desconocido [homenaje a la Segunda Guerra Mundial]- haya demostrado siempre que puede, que 茅l s贸lo empatiza con los suyos y que los otros son unas gentes que generan desconfianza cultural, pol铆tica, clim谩tica y hasta sentimental. Co帽o, creo que me explico manteniendo el necesario equilibrio y una sutil equidistancia. Contin煤o.

De modo que si todo lo anterior se desarrolla como es debido y cada uno cumple con su cometido, cabe esperar al acto de inauguraci贸n y la paulatina llegada de los invitados que desde unos d铆as antes habr谩n sembrado sus perfiles en la redes sociales de agradecimientos por lo generoso que han sido en contar con su presencia: Foto, etiqueta, foto, etiqueta. Foto en el aeropuerto o estaci贸n de ferrocarril, etiqueta. Treinta me gusta, catorce retuiteos y otra foto. Todo es luz y color. Encuentros en el hotel, bar, restaurante. Fotos en la calle, avenida, traves铆a o v铆a pecuaria. Mesa redonda. Abrazos entre viejos conocidos. Libros en posici贸n vertical para que se vea que aqu铆 se viene a lo que se viene: Literatura. Compromiso social. El maestro de ceremonias, luces, acci贸n y la deseada eclosi贸n. Alcanzada la simbiosis entre el organizador y el autor. ¿Falta alguien m谩s? ¿Hablamos de la asistencia de p煤blico?

Creo que esa pregunta tiene una respuesta pero no s茅 si es la que usted piensa cuando observa cientos de fotograf铆as con unos encuadres tan cerrados que no entra ni la botella de agua, desconozco si es la que desear铆a la organizaci贸n, o es aquella que a帽ora el autor (un asunto que importa un pimiento a consagrados, con o sin seud贸nimo) o esa otra que espera ver reflejada en el postrero dossier la autoridad competente y paganini cuyas ocupaciones son tantas, que con una rueda de prensa y varias menciones en Internet y televisi贸n, saliva adecuadamente. No obstante, la participaci贸n ciudadana es importante pero tal vez escasamente contingente (!).


¿Cu谩l ha sido la respuesta social?

El reencuentro con fulano y mengano ha sido inolvidable.

Claro, s铆, pero ¿ha ido gente, has vendido y firmado hasta en la escayola?

―…

¿Hola, sigues ah铆?

   No obstante, y a pesar de todo lo expuesto, no encontrar谩 aqu铆 prueba alguna sobre la que sustentar sospecha alguna de ambici贸n desmedida, ego fuera de control u orfandad festivalera, porque comprendo que los gustos son como aquellos jardines ingleses tan elogiados, y por tanto, quien paga elige. De acuerdo, el ejemplo no es el mejor pero no ten铆a otro. Naturalmente, me aterra comprobar la lejana (por no decir otra cosa) querencia que siente el autor olvidado...

Hombre, si no le gusta como est谩, organice un festival a su gusto.

...

   Comenc茅 recordando que cada a帽o la geograf铆a espa帽ola es testigo de un renacer literario, curiosamente, en una naci贸n donde se publican m谩s libros que lectores tiene -afirman expertos, tod贸logos renacentistas, feriantes y cr铆ticos de reconocido prestigio como de dudosa apariencia-. Dicen los que saben (porque hay m谩s gente que sabe), no s茅 qu茅 en torno a reflexionar sobre, desde, de y seg煤n, que un exceso es siempre algo m谩s de lo deseable, casi como la preocupaci贸n expresada por un nutricionista ante el comportamiento desesperado de un cliente d铆scolo.


Edelmiro, no me joda. Otra vez d谩ndole a la panceta sin meditar.


Conclusiones con interrogante a ambos lados

   Sin bala en la rec谩mara del arma po茅tica pero orgulloso de aportar mi grano de arena en este desierto del discurso hegem贸nico. Sin intenci贸n alguna de poner en duda la buena voluntad de todos aquellos que transitan este universo de sintaxis, onomatopeyas y puntos suspensivos. Enamorado hasta las trancas de la p谩gina en blanco y los accesos febriles, no me queda m谩s remedio que dar por finalizada esta pieza musical con una expresi贸n facial de hondo calado sentimental y varias preguntas que atormentan (cap铆tulo 12 de mi pr贸xima novela dist贸pica) mi esp铆ritu y que pido sean debidamente consideradas por si hubiera la oportunidad de asistir a un congreso o jornada literaria donde pudiera intercambiar puntos de vista, tanto con esos lindos colegas como con el p煤blico que jam谩s pierde una ocasi贸n de gozar entre p谩ginas que destilan cari帽o y compasi贸n.

Leer atentamente

¿Por qu茅 ese desprecio en no ahondar en otros discursos literarios arrinconados, o cuando no directamente ignorados, porque no encajan en los par谩metros del engendro de lo pol铆ticamente correcto?

¿Qu茅 sentido tiene, qu茅 riqueza supone reunir a quienes coinciden hasta en las comas cuando hablan de cualquier asunto, cerrando as铆 la posibilidad de que se conozcan discursos ajenos al grupo? ¿Si el presupuesto sale de todos los bolsillos, por qu茅 no participan voces discordantes?

¿De qu茅 sirve el g茅nero hist贸rico, el epistolar, la ficci贸n cient铆fica, la novela negra o el canto gregoriano, si hay una resistencia, unas orejeras ideol贸gicas que perpet煤an el discurso hegem贸nico?

Y sobre todo, ¿Por qu茅 se acaba la bater铆a del port谩til?


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