martes, 29 de marzo de 2022

Grilletes con la verdad

Marcó una época, un estilo en la gestión de los asuntos espirituales como en esa forma de ver las debilidades de la carne. Fueron treinta años al frente de la Diócesis de Canarias, tres décadas que dieron para mucho y otros tantos disgustos repartidos entre pecadores, creyentes y mediopensionistas. Se llamaba Antonio Pildáin Zapiáin (1890-1973) y más allá de cerrar la Catedral de Santa Ana para evitar la entrada de Franco, desesperarse ante la presencia de cuerpos tostándose bajo el sol o de tener cierta antipatía –Electra tuvo la 'culpa'– a Pérez Galdós, el obispo también hizo otras cosas, sintió y sufrió.

A orillas del Guiniguada (Mercurio Editorial, 2021), de Juan José Mendoza.

Este texto, que obtuvo el accésit del Premio Internacional de Novela Benito Pérez Galdós 2020, hace un recorrido por la vida y obra –los milagros pertenecen a otro negociado– de un hombre que llegó a Gran Canaria cuando aún resonaba el fragor de la Guerra Civil. 

No es una hagiografía pero tiene todos los aromas que desprende una biografía, mas no resulta del todo lo segundo aunque de serlo, según el canon, no habría nada que objetar, al fin y a la postre, el cura natural de Lezo fue un hombre que merece otros puntos de vista en cuanto a su quehaceres.

Con la voz de Rafael Vera, quien fuera su secretario hasta el último suspiro de la existencia del obispo, el lector se adentra en la existencia, querencias y angustias de este prelado, quien ante la perspectiva de una condena a muerte se preguntaba: «¿Es el talión lo que devolverá a este país la espiritualidad que ha estado a punto de perderse?».

Gracias al buen hacer de Juan José Mendoza, el relato transcurre con una exquisita coherencia, lejos de las fobias y con las filias en su justa medida, porque el personaje es tan intenso que sin el temple necesario se corre el riesgo de perder el control del relato. Es A orillas de… una lectura que a muchos sorprenderá y a otros confirmará en su opinión, así que como decía el obispo: «El consuelo es la pomada para aliviar el escozor de lo irremediable».

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