miércoles, 5 de agosto de 2015

El primer impulso


Algunas ilusiones evolucionan de la misma forma que nuestro esfínter: pierden la solidez inicial y degeneran hasta que no pueden contener o el bagaje de nuestra niñez o las archiconocidas secreciones. Y en esas disquisiciones andaba Walter hasta que un butacón estilo Jorge III se cruzó en su vida. Un exuberante Orejero clásico al que se había añadido un reposapiés que se extendía tras accionar una palanca ubicada en uno de sus laterales.
    No es posible, dijo, mientras contenía una sutil lágrima que amenazaba con deslizarse por alguna de sus mejillas.

Tras una adquisición algo accidentada fruto de varios malentendidos con el propietario de la tienda, entre los que (según varios testigos) hubo alguna que otra amenaza de muerte, Walter del Cristo von Update, ubicó el mueble en el salón transversal del que desalojó, sin miramientos, a un estimado amigo al que había ofrecido cobijo una década antes
    Eres un objeto inservible, decadente; un puñetero trasto inútil que ni siquiera merece una prestación contributiva.
A todas luces, cómo entenderlo de otra forma, el que fuera viejo camarada de vejaciones y exabruptos de los que habían sido objeto, sobre todo, antiguos encargados de negociados y departamentos de atención al ciudadano, había perdido todo predicamento ante un Walter mutado en ácido crítico social. Un Marvin Harris algo caníbal y rey de su casa.
    Has hecho que pierda la esperanza en el ser humano. Nunca pensé… y ahí acabó lo que se daba, porque antes de que terminara la frase, nuestro protagonista agarró por la pechera al angustiado ser y lanzó la totalidad de su cuerpo por la ventana de la segunda planta, ante la mirada atónita de una familia de ornitorrincos ¿Maltrato animal? ¿Importa la racionalidad de la acción si el ser voló? Nunca lo sabremos.

Habían transcurrido unos seis meses desde aquel episodio y la vida placentera invadía todos los poros, obstruidos o no, de un personaje al que su butacón había cambiado la existencia por completo. No sólo podía disfrutar de apacibles siestas a lo largo de los 165 centímetros que ofrecía el mueble, sino que además, descubrió una utilidad impactante: Cada vez que necesitaba incorporarse por mor de una llamada telefónica (los móviles no existían) o a causa de un esfínter juguetón, ese respaldo catapultaba su figura sin miramientos.

No es menos cierto que la falta de práctica quedó reflejada en la pared: su silueta era inconfundible, pero el paso del tiempo hizo que adquiriera una destreza digna del afamado discóbolo. Pero como siempre ocurre, desde que tenemos noción de nuestra irrelevancia en la cadena trófica, hay un maldito pero, y el de esta ocasión vino disfrazado de una insoportable ola de calor procedente del noroeste.

Tal fenómeno meteorológico obligó a Walter a variar la orientación del orejero buscando una mayor cantidad de aire; eso, más una ingesta desmedida de bebidas subidas de tono, provocaron un ligero caos en la coordinación de movimientos, impulsando por completo a Walter del Cristo von Update por la misma ventana que antaño vio partir a su amigo del alma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario