sábado, 27 de septiembre de 2025

𝗜𝗻𝘁𝗿𝗮𝗻𝘀𝗶𝗴𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮 𝗼 𝗺𝘂𝗲𝗿𝘁𝗲

 












   Entre el sistema que se ha propuesto aniquilar cualquier vestigio de vida inteligente en Occidente y un servidor, hay algo muy personal, tanto, que ante la barbarie fomentada por las élites sólo queda aplicar una suerte de defensa numantina adaptada a estos tiempos infames. Una estrategia que pasa por desterrar cualquier atisbo de prestar la otra mejilla, abrirse (¡qué horror!) al diálogo o acudir a un mediador, que por un jornal posmoderno alcanzará un acuerdo sobre cómo deseamos ser esclavizados y enterrados. En definitiva, ha llegado el momento de convertir la intransigencia en nuestra seña de identidad, y aunque no sea muy optimista en cuanto al resultado de la rebelión, conformarse con respirar es la antesala de la muerte.

Arraigo (CEU Ediciones, 2025) de Carlos Marín-Blázquez.

   Lo que se resiste a alterar su esencia, aquello que se obstina en apartarse del torbellino de transformaciones que es a la postre la verdadera sustancia de la que se alimenta nuestra época, se expone a quedar contaminado por un aire de ignominiosa anacronía».

El tsunami de inmundicia moral que arrasó nuestras costas occidentales dejó a su paso un insoportable hedor cuya limpieza nos está costando la vida, pero la reflexión tan certera que expone el también autor de Fragmentos y Contramundo, supone una imprescindible bocanada de aire fresco; una suerte de rearme intelectual frente al actual estado de cosas, ante la degradación de nuestro hábitat impulsado por las famosas élites, siempre tan preocupadas en aliviar de sus pesares -incluso de la vida misma- al menesteroso.

   Por entrar en materia y huyendo de destripar el contenido de la obra, Marín-Blázquez pone atención, entre otros asuntos, en lo que algunos pensadores han dado en llamar desglobalización, que no sería otra cosa que una pérdida de ese embrujo por ser una especie de homo errante, un ser que busca el goce sin importar la hora o el día de la semana, pues eso «ha perdido buena parte de su fuerza de seducción». No obstante, me permito discrepar levemente en torno a su afirmación de que aún es pronto para evaluar de qué manera el terrorismo internacional o la pandemia [plandemia, según un servidor] son responsables de la decadencia en todo lo relacionado con globalización 2030. Creo que transcurridos cinco años desde la barbarie de 2020, ha quedado meridianamente claro que su éxito en indiscutible tras la asunción por una parte importante de la sociedad occidental (China es la punta de lanza) del miedo y el control social implícitos en todas las medidas impuestas desde entonces, cuyo primer ensayo general se remonta al año 2009 con aquello que dieron en llamar la gripe A. Y si bien la trampa quedó al descubierto antes de tiempo, no cabe duda que los responsables extrajeron las debidas enseñanzas.

¿Pero esto no era una reseña literaria?, se preguntará usted. No se preocupe, en este blog se habla de literatura siguiendo con toda humildad el pensamiento de Pérez Galdós:

«Imagen de la vida es la Novela, y el arte de componerla estriba en reproducir los caracteres humanos, las pasiones, las debilidades, lo grande y lo pequeño, las almas y las fisonomías, todo lo espiritual y lo físico que nos constituye y nos rodea, y el lenguaje, que es la marca de raza, y las viviendas, que son el signo de familia, y la vestidura, que diseña los últimos trazos externos de la personalidad: todo esto sin olvidar que debe existir perfecto fiel de balanza entre la exactitud y la belleza de la reproducción...».

Carlos Marín-Blázquez ha elaborado un ensayo riguroso, imprescindible en estos tiempos de anorexia intelectual, un trabajo necesario para entender por dónde nos vienen los idus… para evitar la sumisión y equiparnos con la necesaria dosis de rabia.