sábado, 12 de abril de 2025

¡𝗘𝘀 𝗻𝘂𝗲𝘀𝘁𝗿𝗮 𝗛𝗶𝘀𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮!











 

   Quienes se adentran en algún periodo histórico acuden a diversas fuentes con el fin de contrastar datos -comprobar tal hazaña se ha convertido en una sorpresa de proporciones bíblicas (enciclopédicas, si el juntaletras huye de la fe)-, pero, y ahí está emboscada esa conjunción adversativa, podemos hallarnos ante la trampa en el solitario. Así, de esos caños brota una suerte de agua desmineralizada que confirma la cosa apriorística; y luego están esos otros tubos de los que emanan informaciones que enriquecen. Dependerá de cuál sea el origen de la sed, se beberá de uno hasta el ahogamiento o se mojarán los labios para así apreciar los matices, porque el agua no es sólo para los floreros.

Reflexionar sobre qué significó Francisco Franco para la historia reciente de España sin que en el intento el autor sea arrastrado por un tsunami de índices acusadores es una tarea que, medio siglo después del hecho biológico, aún provoca serios trastornos cognitivos a muchos seres (humanos).

Eternamente Franco (Homo Legens, 2025) de Pedro Fernández Barbadillo.

   Entre la exaltación de líder hasta límites incontrolables para un medidor de glucosa o el sesudo estudio plagado de minas donde el protagonista pierde los brazos en el primer párrafo, aún cabe la esperanza de encontrar un texto templado sin una equidistancia impostada ni fuegos de artificio con la mecha húmeda. En esta última superficie es por donde se desplaza la pluma del escritor bilbaíno cuando en las primeras páginas da un toque al referirse a la «clarividencia» temprana que los acólitos del general ferrolano se empeñaron en elevar al estrellato, presentándolo «unas veces en las elecciones del 36, otras en la revolución de octubre y hasta con la caída de la monarquía», con la capacidad de olerse la tostada que se iba a quemar en los hornos de España. Pero este apunte no estaría completo si después hubiese olvidado mostrar al lector la paradoja que cabalgan «los mayores enemigos de un Franco desaparecido» que replican en sus libros progresistas, a modo de denuncia urbi et orbi, «las invenciones y las imágenes de la propaganda» franquista. Y son este tipo de detalles presentes los que confieren al trabajo ese marchamo de calidad tan escaso cuando de Franco se trata, cuando se habla del periodo 1939-1975. Cuando lo que se presenta es un texto de investigación y no el argumentario para consumo de los míos y subvenciones para el ‘negro’.

   Con una primera edición que vio la luz en 2018, el empeño de nuestra admirada socialdemocracia por el ‘Francomodín’ cuando se cumple el medio siglo desde su muerte, ha sido aprovechado para lanzar la décima edición de Eternamente Franco y dar la posibilidad a quien así lo desee, de acceder al conocimiento de una etapa crucial en la historia de España, que quinientas páginas no pueden resumir, pero ayudan.

Por ejemplo, el también autor de Historia desconocida del Imperio español hace referencia al puñetero cambio horario que la progresía adjudica a Franco por su querencia hacia la cosa teutona, aunque si pusieran algo de empeño descubrirían que «por primera vez en 1918» se pasó al GMT+1 por la escasez de carbón «y para armonizar el horario con el de los países vecinos». ¿Y el asunto de Berlín? Habrá que esperar hasta el 28 de abril de 1938, conseguir un ejemplar de la Gaceta de la República y localizar un decreto firmado por… ¡Juan Negrín! a quien se debe agradecer que con otro adelanto de sesenta minutos GMT+2, España pudo disfrutar de la hora berlinesa.

   Recuerda el autor el expolio de obras de arte durante la invasión napoleónica y que el Gobierno franquista recupera; también se refiere al discurso oficial que se vanagloriaba de la tradicional amistad con los árabes, e incluso el lector puede descubrir que defender (y administrar) los intereses del sultán marroquí de turno por parte de las élites españolas viene de lejos.

Se cuentan más cosas con un tono no exento del sentido del humor que caracteriza a Pedro Fernández Barbadillo, y eso es de agradecer, pero claro, esta es mi opinión… todo lo demás es nuestra historia.